Jesús dio authoridad a sus discipulos para predicar las buenas nuevas del reino de Dios y para expulsar demonios, sanar a los enfermos, salvar a los perdidos y liberar a los cautivos. Dondequiera que iba Jesús, el reino llegaba con poder.
No había proclamación del evangelio sin la demostración de poder. La auténtica demostración del poder de Jesús a través de sus seguidores encendió los grandes movimientos espirituales del primer siglo.
Nuestros tiempos están pareciendo más al clima espiritual del primer siglo que al 1950. En la sociedad pluralista y sincretista en la que todas las deidades se consideran iguales, sólo la demostración inigualable del poder de Jesús convencerá a la gente de la supremacía de Cristo. Y la clave para demostrar el poder del Rey es la autoridad.
La autoridad espiritual tiene sus raíces en la identidad, se expande en la intimidad y se activa por la fe. Este libro analiza al fondo el crecer en esas facetas para poder desarrollar nuestra autoridad y liberar el reino.